El Correcaminos

El Correcaminos: Accelleratti incredibilis Su escaso vocabulario se limitaba a Meep, Meep y a un sonido gutural que emitía cada vez que fastidiaba al Coyote y salía pitando después de un saltito y dos palmeos con sus patas. Imposible medir su velocidad. Nos decían que corría mucho ese torbellino en que se convertían sus extremidades inferiores, el ruido de reactor que ponían de fondo y la carretera que a su paso o salía ardiendo o se despegaba del suelo. El genio de dibujantes como Chuck Jones y toda la troupé de la Warner hicieron que sin palabras, El Correcaminos y El Coyote entretuvieran a cientos de niños. Wile E. Coyote: Carnivorous Vulgaris Sin duda, el personaje de dibujo animado que más decía sin hablar. Su cara era todo un poema cuando no conseguía lo que quería, que siempre era lo mismo: atrapar al correcaminos. Memorable el comienzo de algunos capítulos donde en medio de una feroz persecución, la figura del correcaminos quedaba congelada en pantalla y una voz inconfundible de las de doblaje sudamericano decía: Accelleratti incredibilis. Arrancaba a cámara lenta, recuperaba velocidad y luego lo mismo con el Coyote: Carnivorous Vulgaris. Esos gestos, los planos que fabricaba para coger al correcaminos, esas caidas libres por los acantilados con el chof final a los 7 u 8 segundos y todo ese arsenal de cohetes, arcos, catapultas, patines motorizados y demás engendros de la fábrica más divertida de la televisión: ACME.

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